jueves, 1 de septiembre de 2011

Chapter 8.♥

Me despertaron unas voces muy familiares. Miré hacía un lado y hacia el otro; efectivamente, estaba en mi casa. En el año 2011. Al intentar levantarme me percaté de que me había dado un golpe en la cabeza con un baúl cercano. Entonces, estaba en el ático. Cuando por fin conseguí levantarme, me encontré a Alice y mi madre sentadas en un viejo sofá, hablando sobre... ¿sobre mí? Entonces caí en la cuenta, HABÍA VUELTO A CASA. Corrí hacia ellas pero al abrazarlas a las dos a la vez, siguieron hablando como si nada. Lo intenté varias veces, y era igual. 
- ¿Oye no te sientes un poco abrumada aquí? Me parece como si alguien me estuviera tocando, jajaja -preguntó Alice.
- Pues la verdad es que un poco sí, ¿nos vamos para abajo?
- Me parece estupendo.
Y las dos, marcharon hacia el piso de abajo, mientras yo con la cara bañada de lágrimas me sentaba en el sofá y pensaba en... por qué a mí. 
Pero ¿qué se supone que me pasaba? Viajaba al pasado, y al presente. Y para colmo las personas parecían no verme en mi época. Estaba muy confusa, no podía pensar, no podía razonar, solo quería solucionarlo. En fin, ¿por qué viajó al pasado? Tendría que ser por alguna razón. Después de un tiempo dándole vueltas, al final pensó que sería mejor rebuscar en la historia de esta casa. El por qué de ese reloj, por qué lo compraron... etc.
Bajé las escaleras decidida, pues nadie podía verme ni escuchar mi voz, pero a mitad de las escaleras paré. No podían verme, pero sí lo que cogía. Así que si por ejemplo abría un armario, verían las puertas y todo moverse sin ninguna explicación. Decidí bajar al comedor, donde estaban todas sentadas y escuchar su conversación. 
Tuve suerte, parecía como si me hubieran escuchado:
- Oye, ¿vamos a comer a algún sitio por ahí esta noche? Hace tiempo que no salgo, y me gustaría cambiar las vistas -sugirió mi abuela.
- A mi me parece bien, mañana no tengo que trabajar, ¿te apetece, Margaret? -mi madre, tan amigable como siempre.
- ¿A comer fuera? No sería mejor...
- ¡Vamos, tita! No salgo desde hace mucho tiempo... ¡me gustaría ir a Mac Donals! -grió mi hermano pequeño.
Reí. Los echaba de menos. Quería abrazarle, pero no podía.
- Alice, si quieres puedes venirte. Yo llamaré a tu madre -le dijo a mi amiga, mi madre otra vez mostrándose feliz.
- Además... quiero despejarme de esto de lo de Emily.
- No te preocupes hija, nosotras ya no podemos hacer nada, como te acabo de decir. Solo ella, ella es la que de verdad tiene que resolver el enigma -explicó mi abuela.
Así que... un enigma, ¿no? Bien, cuando esta noche se marcharan, rebuscaría por toda la casa en busca de pruebas y pistas. 


Al llegar la noche, todos salieron felices por la puerta a comer a un nuevo restaurante que habían puesto a un par de manzanas de aquí. Era mi turno. 
Me levanté de la esquina donde había esperado y empecé por los armarios del salón. Eran un tanto viejos, y en todos los años que llevaba viviendo en esta casa nunca me había fijado en la cantidad de cosas que tiene. Pero nada, todo eran fotos de la boda de mi madre y vajillas para tomar el té. 
Después de dar vueltas por toda la casa, me dirigí a mi último cuarto. El ático. Tenía hasta un poco de miedo de volver allí. ¿Y si viajaba al pasado de nuevo? Según mi abuela, allí tenía que resolver un enigma, pero... ¿cuál?
No había encontrado nada por toda la casa, pero al llegar allí, presentí que allí se encontraba mi respuesta, o al menos parte de ella. 
Después de rebuscar en varios baúles, tantear algunas paredes y también parte del suelo, encontré lo que buscaba: Me di cuenta de que en la pared izquierda de mi ático había una inscripción, pues había algunas partes un poco más oscuras que otras. Aún así... me era imposible descifrarlo. Tenía que encontrar algo con lo que poder leerlo. ¿Agua? Bajé rápida a por una gran botella de agua, hasta que por el camino, vi un pequeño libro tirado en el suelo de mi hermano. Era algo de detectives, y solo por pura curiosidad, me puse a hojearlo. Entonces di en clavo; había una parte de acertijos y ejercicios. Y efectivamente, hoy estaba de suerte, había uno que era para descifrar un código secreto. Era en papel, pero supongo que también podría funcionar en una pared de madera. Al menos lo intentaría. Ponía que había que hacer una especie de limonada sin azúcar, pero más amarga. Fui rápida a hacerla y subía con cuidado de no derramarla. Una vez en el ático, cogí un pincel que había tirado por allí y comencé a pintar toda la pared con esa extraña mezcla. Yo no veía nada, pero yo seguí hasta que acabé la limonada. Al terminar me eché para atrás y observé la pared, pero no aparecía nada. 
De repente, se fue la luz. Grité, y cogí una linterna que había colgada en la pared por si alguna vez pasaba algo así. El encenderla me dejó sin respiración. Exactamente, así se podía apreciar mucho mejor lo que ponía en la pared. Había algo escrito, por suerte en mi idioma pero parecía haber sido escrito hace mucho, y creo que yo era la primera en descubrirlo. Como no tenía tiempo para averiguar lo que significaba ahora mismo, lo escribí en un papel y me lo guardé en el bolsillo, mi familia podría volver en cualquier momento. Ahora, para borrar el mensaje y que nadie más lo viera, decidí echar agua, y sí, desapareció por completo. 
Oí unos ruidos abajo del todo, y yo corrí apresurada hasta mi habitación, donde me senté en el suelo para que nadie notara nada si entraban. Al cabo de una media hora, escuché que todos se iban a dormir. Decidí tumbarme yo también y esperar no despertar en la época de William o algo por el estilo.

2 comentarios:

  1. me encanta tu blog,pasate por el mio ya tienes una nueva seguidora! :DD

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  2. Andrea ahora mismo me paso, gracias por leer mi historia:D

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