lunes, 18 de julio de 2011

Chapter 2.♥

Toqué el timbre de mi casa. Un leve ‘Ding Dong’ sonó desde el interior. A los pocos segundos, mi tía Margaret se asomó por la puerta:
-         Ya estás aquí, nos tenías preocupados.
-         Marga ya no soy una niña… tengo 16 años, y dentro de dos meses cumpliré los 17…
-         ¿Marga? Los motes que se inventan estos niños de hoy en día no son normales. ¡MARGARET!
-         Margaret no hace falta que te pongas así, deja a la niña un poco de tranquilidad –mi querida abuela, frenándole los pies a mi tía, como siempre.
Crucé rápidamente el pasillo ajustándome bien la falta del uniforme escolar. Al pasar por al lado de mi abuela, giré la cabeza un poco hacia el lado y las dos nos sonreímos. Siempre me había caído genial mi abuela; cuando yo era más pequeña y ella no necesitaba bastón para poder caminar, íbamos las dos juntas a un pequeño parque que había al lado de mi casa, que normalmente estaba desierto. Me ponía a dibujarle cosas en la arena, a contarle historias, sueños… A la vez mi abuela sonreía y me decía que era la mejor nieta que había tenido jamás.
Subí las escaleras corriendo, escuché un leve susurro de mi tía, quejándose seguramente de lo rápido que subo a mi habitación. Dejé la mochila y me dispuse a cambiarme con ropa normal. Justo cuando me estaba peinando, escuché las llaves de casa en la cerradura de la puerta principal. Mamá ya había llegado, ahora podríamos comer. Una vez, mamá se tuvo que quedar hasta tarde en el trabajo, y como mi tía es tan estricta tuvimos que esperar hasta las 5 de la tarde para empezar a comer.
Bajé las escaleras a prisa, besé a mi madre en la mejilla como saludo y todos nos dirigimos hacia el comedor. Entre Margaret y mamá, fueron trayendo la comida a la mesa.
-         Matthew, ¿cómo te ha ido hoy la escuela? –Le pregunté a mi hermano para sacar algún tema de conversación, si no, aquello parecía un cementerio.
-         ¡MUY BIEN! Hoy en clase de Arte hemos empezado a hacer unas figuritas con una mezcla de cola y agua y papel de cocina.
Reí. Me encantaba cuando era pequeña. Era tan creativa… y no solo yo lo decía, sino todo el mundo. Lo mismo estaba haciendo una manualidad que me ponía a inventarme la letra de una canción. Parece que mis hermanos van por el mismo camino.
-         ¿Sí? Me alegro por ti, haber si la terminas y la traes a casa, muchacho.
-         ¡Claro! Si quieres te la regalo.
-         ¿Enserio? De acuerdo, pero tiene que estar bien hecha, eh…
-         ¡¡SÍ!!
Matthew se puso a pegar pequeños botes en la silla, estaba tan entusiasmado… Le despeiné un poco el pelo largo con la mano y seguimos comiendo.
Ya nadie más dijo ni una palabra. Conforme íbamos terminando de comer, cada uno llevaba su correspondiente plato y vaso al fregadero de la cocina y se podía a hacer alguna tarea pendiente. Yo, al pasar por al lado de mamá le pregunté si Alice podía venir a mi casa esta tarde como habíamos planeado, a lo que mamá me dio permiso.
Subí a mi habitación y comencé a hacer los deberes. Hoy, la profesora de Lengua había mandado haber una redacción sobre la Edad Media, ¿y qué sabía yo sobre la Edad Media? Alcancé el ordenador portátil, lo encendí y busqué en Google sobre la etapa.
Conforme lo que encontré, empecé a escribir la redacción y el tiempo se me pasó volando. Cuando había terminado, me di cuenta de que solo faltaban 20 minutos para que Alice llegara a mi casa. Revisé la agenda e hice la maleta para el próximo día de clase, viernes.
Justo en ese instante, el teléfono fijo de la segunda planta sonó con su inconfundible sonido. Corrí al pasillo, y lo cogí.
-         ¿Sí?
-         ¡Emily!
-         ¡Alice! Sabía que eras tú. ¿Pasa algo?
-         ¿Eh? No, bueno que si te apetece que me lleve alguna película para verla juntas.
-         ¡Claro! ¿Y cuál te piensas traer?
-         Pues no sé… ¿Te parece bien The Last Song?
-         ¡Sí! Me encanta... aunque tenga ese final tan triste, jajaja.
-         Pues sí… pero mola la peli. Vale, la busco en el armario y me voy para tu casa. ¡Un beso!
-         Venga, ¡Adiós! Besos.
Colgué yo primera. Fui a mi cuarto a preparar el DVD, que hacía meses que no utilizaba. Cuando lo hube arreglado, alguien llamó a la puerta. Le abrió mamá y Alice subió rápida a mi cuarto:
-         ¡Hola!
-         ¡Ey!
Nos abrazamos como saludo.
-         ¿Vemos la peli?
-         Venga vale, estaba preparando el DVD.
Encendimos el equipo, pusimos el disco y nos dispusimos a ver la película. Mientras se reproducía, Alice y yo reímos, lloramos, criticamos, imitamos y demás. Al terminar, las dos estábamos en una fase de lágrimas y risas al mismo tiempo.
-         Emily, ¿hacemos algo para distraernos?
-         Será lo mejor, yo no puedo con el final de esta película.
-         ¿Y qué hacemos?
-         Pues… la verdad es que no lo sé.
Seguidamente escuchamos un ruido de cristales. Era Matthew, que jugando con Jenny a la pelota se les había escapado y había dado en el pequeño cristal del ático. Mi abuela, nos mandó ir allí a recogerla y que ya luego buscarían una solución para el cristal, mientras mamá tranquilizada a mi tía.
-         Vamos, Alice.
Las dos subimos las escaleras hacia el tercer piso y entramos en el oscuro y lleno de polvo, ático.
¿Cuánto tiempo hacía que no subía aquí? Quizá un poco, o bastante. Encendí una luz que había, era una bombilla colgando del techo. Miré alrededor. Aquello molaba cantidad.
-         Mira, Emily. –Dijo Alice mientras me enseñaba la pelota de mi hermano.
-         Espera, vamos a quedarnos un poco más.
-         ¡Vale!
Y así estuvimos. Nos miramos en viejos espejos, descubrimos cuadros de antepasados, libros anticuados… incluso un par de baúles. Alice abrió uno de ellos, y estaba lleno de disfraces.
- ¡MIRA QUE SUPER GUAY, EMILY!
No lo dudamos ni un instante, las dos empezamos a probarnos disfraz tras disfraz, y a la vez haciendo fotos con la cámara que había traído Alice en el bolsillo.
Luego, pillada por la curiosidad, fui a abrir el segundo baúl.
- Emily, ahí no hay nada interesante. Solo cachivaches, seguro que de la época del Paleolítico. JAJAJAJAJAJAJA.
Pero yo no paré, abrí el baúl y empecé a curiosear los viejos objetos. Ninguno tenía nada en especial, pero al sacar un viejo reloj, me detuve a observarlo. Era un reloj de cuco, que de alguna forma u otra, me resultaba familiar.
-         Emily venga ya, vamos a hacernos fotos con los disfra… ¡VAYA! ¿De dónde has sacado eso? Mola.
-         Del baúl que tú dices que solo hay cachivaches, le dije con una sonrisa victoriosa.
-         Bueno… pero ¡DÉJAME VER!
Estuvimos un rato mirándolo por todos lados, hasta que de una pasada con la mano, quité una parte de polvo de la parte de atrás. Y no era solo madera, ponía una frase difícil de leer.
Las dos estábamos asombradas. Tanto, que yo no pude evitar intentar leer lo que ponía:
-         Si de la rutina diaria… constante estás… cansada –Alice me miraba con cara de más asombro aún- …escucha mi tic… mi tic tac… verás como… ¿todo?... como todo cambia.
Instintivamente las dos pusimos la oreja en el viejo reloj, y efectivamente: Estaba sonando un ‘tic tac’.
-         ¡FUNCIONA! –gritó Alice.
-         ¡Sí! ¿Pero y esa frase?
-         Pues no sé, pero esto mola tía.
-         Pues sí...
De repente se me puso la cara blanca. Abrí los ojos. Sentía que iba a vomitar.
-         ¿Emily?
-         ¿S-sí?
-         ¿TE OCURRE ALGO?
-         No… esto es pasajero.
El dolor iba a más. ¿Pero esto que era? Iba a ponerme las manos en la frente, porque sentía que sudaba, pero entonces la cabeza se me hecho hacia delante.

Solo escuchaba suaves murmullos. ¿Alguien me estaba dando tortas en la cara? No lo sabía exactamente.
‘¡OH DIOS MIO!’
‘AHORA MISMO TRAIGO A ALGUIEN, EMILY’
Eran simples cosas que ni siquiera sabía interpretar. De un momento a otro, creo que cerré los ojos, caí al suelo y mi cuerpo se desvaneció en cualquier otra parada del tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario