domingo, 17 de julio de 2011

Chapter 1.♥

Iba paseando por los pasillos de mi viejo y descuidado instituto. En sus primeros años de construcción, había sido hogar de una rica familia. Se hizo en el año 1.915, si no recuerdo mal. Sus paredes estaban cubiertas de un papel de pared verdoso que me recordaba a películas de terror, por ejemplo Drácula.
-         Emily, que hambre tengo, vamos rápido haber si no nos van a dejar sitio en la cafetería.
-         Ya voy Alice.
Alice es mi mejor amiga, y obviamente Emily soy yo. Llegué a este instituto sin conocer a nadie, pues no fui al instituto que me destinaron desde mi colegio gracias a mamá, que según ella, aquí daban mejor educación. Los primeros días los pasé fatal, estaba todo el tiempo sola, y apenas hablaba. Entonces, un día mientras comía tranquilamente en el comedor, Britanny –la típica chica pija y matona pero sin estropearse la manicura- vino a intentar quitarme los deberes de la siguiente clase que teníamos, Ciencias Naturales:
-         Ey, tú, la del flequillo en la cara. Dame los deberes de Naturales –decía con aire de superioridad.
-         No… no los tengo hechos.
-         Mentira, sé que los tienes ahí, en tu maleta.
-         No te los quiero dar… -estaba muy nerviosa, nunca había servido para este tipo de cosas.
-Se acercó a mi oído y me dijo casi susurrando- O me los das ya o te busco un problemón con el director hasta todo lo que queda de curso, bonita.
Al ver que yo no reaccionaba, Britanny, acudió a la fuerza. Empezó a tirar de mi mochila con fuerza, y entonces…
Todavía recuerdo aquél momento. Alice fue la primera chica que le había plantado cara a Britanny:
-         ¿Pero qué haces, gilipollas? Vete, aquí no pintas nada.
-         ¿Y tú? ¿Quién crees que eres tú para mandarme a mí?
-         Te he dicho que te vayas a limarte las uñas y demás tonterías a otra parte.
Después de unos cinco segundos pensándoselo, soltó una tonta excusa y ella y sus ‘amigas’ se marcharon del comedor.
-         Te debo una. –Le dije con una tímida sonrisa.
-         Bah, es que ya no podía aguantar más. ¿Quién se cree ella? Pero si dudo mucho que tenga algo dentro de ese cráneo…
Las dos reíamos a carcajadas. Alice nunca había tenido ningún amigo, simplemente sabía valerse por si misma y no necesitaba a nadie a su lado. Pero desde aquél día, fuimos hablando cada vez más. Primero éramos simples compañeras de comida, luego nos saludábamos en los pasillos… Al llegar al segundo grado caímos en la misma clase y ahí fue cuando congeniamos del todo. Actualmente, no cambiaría a Alice por nada del mundo.


A la salida del instituto, se escuchaba el insoportable pero también feliz conjunto de ruidos de zapatos apresurándose hacia la salida, murmullos de chicas planeando algo para esta tarde o, para las más atrevidas, gritos de satisfacción al saber que las clases han terminado por hoy.
- ¿Todavía no has terminado de recoger, Emily? ¡Vamos, rápido!
- Alice, ¿nunca te habías parado a pensar que eres un poquitín IMPACIENTE?
- Ya lo sé, me lo dice mi madre continuamente. Psss..., paso de ello, JAJAJAJAJAJA.
Mientras terminaba de cerrar mi maleta y colgármela en la espalda, le propuse a Alice quedar esta tarde en mi casa:
-         ¡Claro! Oye, eso no se pregunta. Tu casa me mola cantidad.
Y la verdad, no tenía motivos para que no le gustara. Todo el mundo que entraba en ella se quedaba fascinado. Mi casa, era aún más antigua que mi instituto. Tenía tres plantas, en la baja, estaba mi gran comedor, con cuadros de antepasados de mi familia que a veces, daban hasta un poco de miedo. También se encontraba un cuarto de baño, un pequeño desván donde guardar conservas y demás y una gran cocina. En el segundo piso, estaban las habitaciones. Había muchísimas así que teníamos una para cada uno: Mis padres, mi hermana pequeña Jenny, mi hermano mediano Matthew, mi tía Margaret y mi abuela. Aunque la verdad, papá no estaba casi nunca en casa, así que tampoco contaba mucho. En el último piso, solo había un pequeño cuarto con máquinas de hacer ejercicios, un gran ático al que, cuando mi abuelo aún vivía, le encantaba subir conmigo. Nos poníamos a mirar  todos aquellos chismes, y a mi abuelo le llenaba de felicidad verme  tan entusiasmada con la historia. Cuando él empezó a enfermar, mi abuela tenía que pasar gran parte del tiempo con él y ella y su hija, mi tía, no podían hacerse cargo de aquella enorme casa tanto tiempo, así que toda mi familia nos fuimos a vivir allí. En la última planta, también había una cosa que, sobretodo a Matthew, nos encantaba. Había un pequeño pasadizo secreto, que si vas con cuidado, acabas en un pequeño cuarto de nuestro jardín o en la entrada del salón, por diferentes lugares. Eso, antiguamente lo tenían todas las cosas con prestigio, pero en nuestros tiempos quedan poquísimas casas con ese privilegio.
- Entonces, ¿a qué hora quedamos, Emily?
- Pues no sé, a la hora que mejor te venga.
- Hummm...… ¿Te viene bien a las seis?
- ¡Claro! Allí te espero.
- Vale, si surge cualquier problema ya te llamo.
- Venga, sí. Ahora tengo que apresurarme para llegar a mi casa que si no ya sabes como se pone mi tía.
- Sí, lo sé, da hasta miedo.
- JAJAJAJAJAJAJAJA –reíamos las dos a la vez.
- ¡Adiós, Emily!
- ¡Adiós, Alice!

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